A Salvador, por esa huella que nos une
Siempre que vuelvo al cuaderno La huella de la mariposa llego a un vasto paisaje de marismas sacudido por el viento de levante por el que camino al tiempo que escucho a un hombre conversar con hondura y entrega. Es la primera vez que lo veo, porta un libro aún en su envoltorio que me ofrece para realizar un dibujo en una de sus páginas elegidas al azar.
Leer tres veces un hermoso poema en prosa elegido al azar en página capicúa, 191, La fama.
Comenzaba así una amistad que hoy perdura, a la par que un nuevo modo de ver el apunte en un cuaderno. Una suerte de renuncia al dibujo urbano por la razón de que dibujar se metamorfoseaba en lo que ya no llegaba de fuera sino que salía hacia fuera, como si la naturaleza, el paisaje, lo humano estuvieran dentro.
Como una canción que quisiera
decir, pero se conformara
con plagiar a las sombras
y no decir...
La huella de la mariposa brota invisible pero“no se borra”, significa la génesis de un medio que representará otro modo de entender la pintura, el cuaderno de artista. Heredado de los dibujantes urbanos es este el punto en el que el cuaderno cede al uso y experimentación de otras técnicas que siempre permanecieron a partir de él. Elaborado con tinta china, trazos de sanguina y grafito, algún collage ocasional, se sirve de estampación de elementos naturales, dibujo y trazo suelto. Todo un ejercicio de ensayo error que compone un cuaderno inspirado en el libro que le da título “La huella de la mariposa” del poeta palestino Mahmud Darwix de la Editorial Pre-textos.
El camino al significado, por largo y laberíntico que sea, es el viaje del poeta. Si se extravía en las sombras, se orienta de nuevo.
Mahmud Darwix -“La huella de la mariposa”
UN CHAL DE SEDA
Un chal en la rama de un árbol. Ha pasado una chica, o el viento en su lugar, y ha colgado el chal del árbol. No es una noticia. Más bien el comienzo de un poema de un poeta sin prisa, al que el amor le ha perdonado el dolor y que ahora lo mira – de lejos- como a un bello paisaje.
ALTO ES EL MONTE
Él camina en sueños sobre las nubes, y ve
lo que no ve. Cree que las nubes son tierra firme …
Alto es el monte.
CUESTIÓN DE PERSPECTIVA
Lo que distingue al narciso del girasol es lo que diferencia dos puntos de vista: el primero mira su imagen en el agua y dice: No hay yo sino yo. El segundo mira al sol y dice: Que soy sino lo que adoro.
Y por la noche, se reduce la diferencia y se agranda la glosa.
MÁS O MENOS
Incluso si no fueras lo que eres, presencia cegadora, yo sería lo que soy, ausencia de ti … visible e invisible. De cristal, transparente, es tu presencia, la traspaso y veo jardines, me extravío en un dédalo al que no llega una imaginación que se alegra con la riqueza de la metáfora y se duele con la pobreza del habla. Digo lo que te digo con una lengua que no tiene ni la densidad de la miel ni la ligereza de la mariposa … en presencia de esta capacidad capaz de elevar el azar a categoría única. ¿Qué persigue tu silencio que aporta a la palabra oscura el hechizo de la ambigüedad?
UN CIELO DESPEJADO Y UN JARDÍN VERDE
El cielo despejado es un pensamiento sin ideas, como un jardín todo verde. Un poema sin otro fallo que un exceso de claridad. El cielo mendiga una nube, siquiera pasajera, que saque a la imaginación del sopor del azul. El jardín verde mendiga otro color, rojo, amarillo o lila, y chacales, para que el corazón no sepa con qué quedarse. Que todo esté en orden desalienta. El poema precisa del defecto astuto para que creamos al poeta cuando miente y escribe acerca de la perplejidad del ánimo ante un cielo despejado y un jardín verde. Pues qué necesidad hay de poesía si el poeta dice: El cielo está despejado. El jardín es verde.
Este cuaderno fue terminado el 25 de junio de 2016.
FRAGMENTOS DE POEMAS Y TEXTOS EN PROSA DEL DIARIO LA HUELLA DE LA MARIPOSA.
Mahmud Darwix, “La huella de la mariposa” Editorial Pre- textos, 2013
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