1 de febrero de 2020
Lo que separa las dos imágenes son solo unas semanas,unos pasos, lo que las hace iguales la privación de libertad.
Las flores de almendro llevaban más de dos semanas entre las páginas de un cuaderno en el que realizo los últimos trabajos, Across the lines, publicado en diciembre. Eran la cosecha de un suelo donde se extendía una breve alfombra rosada, liberadas por el viento, las dos flores intactas que guardé con cautela para conservarlas secas, dan sentido al dibujo.
La fotografía del caballo amarrado en medio del pequeño prado verde es de esta mañana.
La coincidencia de una anécdota que tuvo lugar poco después del retrato ecuestre me lleva a relacionar las imágenes. Ambas forman parte de una composición que hoy dedico a la falta de libertad.
Suelo practicar la misma rutina cada fin de semana, camino por senderos cercanos a un arroyo, entre pinares o huertas, a veces bajo a ver el mar. Me complace volver a ver los árboles en distintas espacios de tiempo según las estaciones, hasta el punto de que aquel día aunque tempranos, intuía los almendros de una calle cercana ya florecidos .
El animal aparece de vez en cuando en el paisaje, desde lejos parece bello pero en su pelaje hay signos de una vida maltrecha.
Cada sábado acudo a una pequeña tienda de la zona a comprar el pan y algún que otro antojo. Siempre acompaña a su dueña una bella mujer, su madre.
Esta mañana a mi llegada hablaba de viajes con su hija, oía en su conversación la imposibilidad de participar en una próxima excursión que requería volar, la causa, que a su marido no le gustaba viajar en avión. Tenía la oportunidad de ir con sus amigas pero renunciaba porque su consorte no la acompañaría. Ante mi asombro a su renuncia y disculpada intromisión yo la alentaba a viajar sin él a lo que con gracejo ceceante me confiaba con naturalidad que su marido era machista, razón por la que no la dejaba ni viajar sola, añadía salir de noche. Graciosamente ella imaginaba al tiempo que contaba lo bien que lo pasaría con sus cuatro amigas sin sus maridos.
Entre sonriente y frustrada yo abandonaba la tienda animándola a irse.
En el camino de vuelta recordaba a aquel pobre animal paciendo felizmente en su atadura.
Luego dicen que soy FEMINISTA.
https://www.youtube.com/watch?v=GBnLP0G8l-s
FORTUNA
Por años, disfrutar del error
y de su enmienda,
haber podido hablar, caminar libre,
no existir mutilada,
no entrar o sí en iglesias,
leer, oír la música querida,
ser en la noche un ser como en el día.
No ser casada en un negocio,
medida en cabras,
sufrir gobierno de parientes
o legal lapidación.
No desfilar ya nunca
y no admitir palabras
que pongan en la sangre
limaduras de hierro.
Descubrir por ti misma
otro ser no previsto
en el puente de la mirada.
Ser humano y mujer, ni más ni menos.
Ida Vitale
https://elpais.com/cultura/2019/04/22/actualidad/1555950115_809851.html https://www.youtube.com/watch?list=PLeEzCJHXClX2svNWsxWb-5t8FvB8heIMq&time_continue=1&v=6cknmYMplHk&feature=emb_logo
https://www.youtube.com/watch?v=-sEP0-8VAow
Un comentario sobre “Flores de almendro y un caballo amarrado”